La Victoria Vieja, esto es, la “heredad”, con “casas, bodega, lagar, pila e tinajas, viñas e arboles” y “con todo lo que le pertenece”, que el 21 de noviembre de 1551 compró al curtidor Alonso de Hillón y a su mujer, Isabel Rodríguez, fray Andrés de Santa María para donarla poco después, el 26 de enero de 1552, a los Mínimos o frailes de San Francisco de Paula del Convento de Nuestra Señora de la Victoria de Córdoba.
En la citada “heredad” los Mínimos construyeron un oratorio, cuya existencia tenemos ampliamente documentada, al menos en lo que al siglo XVIII respecta: en él se casaron muchos de los antepasados que, en su mayor parte, vivían en humildes y aisladas “casas de campocubiertas de paja” o de “rama”, como se les denomina en el catastro del Marqués de la Ensenada realizado a mediados de la citada centuria. Junto a la misma finca había también un cementerio. Pero, aunque se desposaran o inhumaran en “La Victoria Vieja”, su boda o entierro eran inscritos, como puede comprobarse, en los libros parroquiales de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de La Rambla. En suma, “La Victoria Vieja” era una ermita más de nuestra “metrópoli”, pero no tenía la condición de parroquia.